La noche era oscura y tormentosa. El viento soplaba con fuerza y hacía temblar las ventanas de la vieja mansión. Un grupo de amigos había decidido pasar la noche allí, como parte de una apuesta. Se decía que la mansión estaba embrujada por el espíritu de un antiguo dueño, que había practicado rituales satánicos y asesinado a su familia.
Los amigos se habían repartido por las habitaciones, buscando algún rastro de actividad paranormal. Algunos llevaban cámaras, otros grabadoras, y otros simplemente linternas. Estaban nerviosos, pero también excitados por la aventura.
De pronto, se escuchó un grito desgarrador desde el ático. Todos corrieron hacia allí, temiendo lo peor. Al llegar, encontraron a uno de ellos tirado en el suelo, con los ojos en blanco y la boca abierta. A su lado, había un libro antiguo, lleno de símbolos extraños y manchas de sangre. Parecía que lo había abierto y leído algo en voz alta.
Los demás se quedaron paralizados, sin saber qué hacer. Entonces, una voz grave y malévola resonó por toda la casa:
– Bienvenidos a mi morada, intrusos. Habéis despertado mi ira, y ahora vais a pagar. Esta noche, ninguno de vosotros saldrá vivo de aquí. Os haré sufrir como yo sufrí, y os arrastraré al infierno conmigo.
Los amigos sintieron un escalofrío recorrerles la espalda. La voz parecía venir de todas partes, y de ninguna. No había escapatoria. Estaban atrapados en la mansión maldita, y a merced de un espíritu vengativo y cruel.
FIN
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